LAS MAIRALESAS
¡ Qué expectación, qué ilusión, qué alegría y qué desilusión! , todas estas emociones se daban el Domingo Rosario –primer domingo
de octubre- debido a que en la Misa, después de la lectura del Santo Evangelio, el párroco celebrante leía el nombramiento de las nuevas Mairalesas. Despedía a las Mairalesas salientes
agradeciéndoles las tareas prestadas a la iglesia y a sus feligreses, y exhortaba a las entrantes a trabajar con el mismo fervor y entusiasmo de las salientes.
¡Qué contentas salían las Mairalesas que habían tenido el honor de ser elegidas!: una Sra.
casada (la Priora) y una Srta. soltera (la Mairalesa), todos los feligreses les daban la enhorabuena y les deseaban suerte en la labor a realizar.
Las Mairalesas, era una institución muy antigua, de tipo voluntario, que hacían el trabajo con una ilusión y abnegación dignas de todos los elogios y menciones.
Empezaban
el mismo día del Domingo Rosario, a la terminación de la Santa Misa, las Mairalesas salientes les entregaban los bártulos (les daban la alternativa) y salían a recoger (pedir) por las casas, dinero que ellas usaban para el
mantenimiento, limpieza y ornamentación de la iglesia todos los domingos y días festivos.
Todos los sábados y vísperas de días festivos, limpiaban y
arreglaban la iglesia y ornamentaban el presbiterio y el Altar Mayor con flores.
Los grandes días de precepto organizaban el Santo Rosario de la
Aurora y eran las portaestandartes (los sinpecados). Después de la Misa salían a recoger por las casas, y llevaban la contabilidad de lo que recogían y de lo que gastaban.
Organizaban todas las procesiones y preparaban las imágenes de los Santos que tenían que presidir dichas procesiones, pero había festividades, que tenían que desplegar todo su ingenio y ganas de trabajar, tales como Santa Águeda, la Semana Santa y las Fiesta Mayor.
Para Santa Águeda, unos días antes, salían a recoger por las casas: dinero, huevos, azúcar y
harina, cada casa daba lo que tenía y podía. Con todo esto, la víspera se reunían en casa de la Priora y arreglaban las tortas de bizcocho: una para el Párroco, otra para el Predicador, una para cada monaguillo, y otras tres tortas
para las ganadoras de la carrera pedestre de la tarde. La carrera pedestre salía del Suelo Lugar recorriendo toda la calle Mayor hasta la Plaza, les daba la salida el Sr. Paco de la Posada, y las Mairalesas entregaban las tortas a las tres
ganadoras. Todas estas tortas eran redondas y primorosamente adornadas, además hacían otras muchas tortas cuadradas, también adornadas, para repartirlas, después de haber sido bendecidas, a todos cuantos asistían a la Misa de la Santa.
La Semana Santa, semana de mucho trajín para estas mujeres, semanas antes sembraban las
cabelleras, eran unas macetas sembradas de trigo que luego dejaban en las bodegas oscuras donde crecía el trigo en forma de cabellera blanca, que luego ponían para adornar el Monumento, ¡qué trajín y qué faenada! arreglando el
Monumento, preparando las imágenes para la procesión del Viernes Santo, preparando las listas y horarios de las mujeres que tenían que velar el Monumento los días de Jueves Santo y Viernes Santo. Las Mairalesas iniciaban este velatorio
y luego seguían las mujeres de dos en dos, turnándose cada media hora.
La Fiesta Mayor en honor del patrono San Joaquín, también de mucha faena para ellas, además de arreglar la iglesia parroquial, tenían que
arreglar y adornar la ermita de San Joaquín, donde se celebraba la Misa Mayor y la Misa de los Mozos.
El domingo, primer día de la Fiesta, después de la Santa Misa, las Mairalesas salían a recoger el óbolo que las dueñas de las casas y
forasteros les entregaban. Para ello las Mairalesas llevaban unas bandejas muy lindamente adornadas con blondas, en el fondo de las bandejas ponían un billete de Mil pesetas (de aquellos verdes) para incitar a las amas de casa y a los
forasteros rumbosos a dar una cantidad mayor que la que daban durante el año.
El Domingo del Rosario se despedían y eran nombradas nuevas Mairalesas, pero antes con el dinero recogido y, que habían ahorrado, hacían un
regalo a la iglesia, unas Mairalesas regalaron la imagen de la Virgen Dolorosa, otras los estandartes (sinpecados), otras unas alfombras, otras unos preciosos angelitos, otras regalaron una mesa
y unas columnas salomónicas, de mármol, etc. etc..
Las fotografías adjuntas son claro exponente de los momentos vividos por estas abnegadas y altruistas mujeres.
Con este escrito, queremos el Sr. Alcalde, los Concejales y todo el pueblo,
enaltecer y rendir un más que merecido homenaje y agradecimiento a todas las Mairalesas de antes y a todas las mujeres de ahora, que sin tener el nombramiento de
Mairalesas cumplen fielmente y con la misma abnegación y altruismo, las tareas y funciones encomendadas.
Felices Fiestas 2003, para todos.
Alfredo Coronas Nadal